miércoles, 13 de octubre de 2010

No lamento nada

Se acabó el sueño. Pensé que podría ser libre, mi propia jefa, matarme a trabajar para mí, no para otros, hacer lo que me gustaba, trabajar mucho por placer… Y si, he trabajado mucho, y siempre por placer, porque lo que es por dinero, jejeje, va a ser que no.

Así que este mes dejo el negocio que me ha llevado tres años intentar levantar (hay que joderse la mala suerte o la mala idea de montar un negocio unos meses antes de que se declarara “LA CRISIS”), y lo peor del caso es que va a ser una liberación. Se acabarán las noches en vela pensando cómo vamos a pagar tal factura, si este año me van a pedir aval para comprar los libros, si vamos a encontrar el dinero para pagar los autónomos... Por primera vez un sueño roto me va a permitir recuperar el sueño, tremenda ironía.

Y me da mucha pena, me duele que no haya salido bien, pero nadie me garantizó que el esfuerzo siempre tenga recompensa, y de eso pueden dar fe la multitud de autónomos que han tenido que cerrar sus negocios.
A partir de ahora mi relación con los libros será la que tenía antes: leerlos, amarlos u odiarlos y guardarlos en casa. No es una mala relación, estoy segura de que me van a dar menos quebraderos de cabeza.

Y ahora, repasando las vivencias obtenidas (que no ganancias, juas), he dejado a un lado la sensación de frustración y me voy contenta por haberlo intentado. No pudo ser, pero pudo haber sido, para mi es mejor tener una certeza que la duda rondando por mi cabeza toda la vida. 

Casi seguro que en breve tendré trabajo nuevo, mucho mejor de lo que esperaba, así que, teniendo en cuenta los tiempos que corren, soy una mujer con fortuna (aunque eso ya lo sabía, atesoro buenos amigos y un amor, y eso no se paga con dinero). Gracias a todos por estar ahí.

Cerramos la puerta. Abrimos otra. Estoy deseando ver lo que hay detrás. Estoy impaciente, muy impaciente.
Dios, qué impaciente estoy, jajajaja.