jueves, 10 de junio de 2010

Derrames II


No recuerdo cuando perdí el humor, cuándo fue devorado por los celos, cuándo todas mis ideas se volvieron contra mi y me señalaron con el dedo: es ella, mírala, la intocable, la que no se vendía, la que tenía las cosas tan claras… Incluso oía sus risas en mi cabeza, sentía su (mi) burla en los momentos de lucidez que los celos me dejaban. ¿Para no volverme loca? Así era como me estaba volviendo loca en realidad, viendo claramente cómo mi personalidad se desdoblaba y cómo la que yo quería ser, la que yo creía que era, caía derrotada por la que nunca hubiera querido ser. Es difícil, lo se, hasta a mi me resulta complicado entenderlo; era como mirarte en un espejo y no reconocer a la persona que ves en él, sabes que eres tu, pero no te reconoces, no encuentras nada que te una a lo que ves, y sin embargo tu vida va en ello, ja.

-       Antes no eras así –me dijo.
-       ¿Antes, cuándo?
-       Cuando nos conocimos.
-       Cuando nos conocimos sólo íbamos a echar un polvo, y llevamos juntos más de seis meses –le contesté.
-       Pues ese es un buen motivo para estar contenta, ¿no?
-       ¿Tu estás contento? –quería que dijera que no, sólo para tener un motivo razonable para mi dolor.
-       La mayor parte del tiempo si.
-       ¿La mayor parte del tiempo sí? –me burlé -¿Qué significa eso? ¿Estás contento a ratos? Si no quieres estar conmigo dímelo y ya está.
-       No saques las cosas de contexto, anda, yo no he dicho eso –se estaba enfadando y me regocijé.
-       Es que no sé qué respuesta es esa, “la mayor parte del tiempo sí”, o estás contento o no lo estás, y punto. Me dices eso después de soltarme que antes no era así y quieres que me quede tan tranquila. ¡Pues lo siento, pero no!
-       Por favor, no levantes la voz, nos están mirando –en el restaurante donde cenábamos algunas cabezas se habían girado hacia nosotros –yo sólo quería decir que antes, al principio, estabas más alegre…
-       ¿Alegre? ¡Yo soy alegre! ¿No ves lo alegre que estoy? A lo mejor es que yo no vivo en la calle de la piruleta como tu, que parece que estás en una nube de algodón, joder.
-       No sé qué te pasa, pero vamos a dejarlo, ¿vale? –trató de sonreir tras la copa de vino pero yo sólo vi una cara distorsionada por el cristal.
-       No, no lo dejo. Explícame que pasa –exigí.
-       ¡No pasa nada, ostias! –gritó dejando de golpe la copa en la mesa. Ahora era evidente que nos miraban.
-       Estás gritando –susurré.
-       Me voy a tomarme una cerveza por ahí –dijo levantándose.
-       Pues adios –contesté muy digna.

Encendí un cigarrillo orgullosa no sé de qué triunfo, ignorando la gente que me miraba. Incluso me bebí lo que quedaba de la botella de vino y terminé la cena lentamente, regodeándome en mi soledad. Lo había buscado, llevaba toda la noche tratando de encontrar el punto que le hiciera saltar como un resorte, tan sólo para agarrarme a un motivo lógico que justificara mi malhumor, mi tristeza, mi frustración. Sabía que era un espejismo, que la lógica, lo razonable, hacía tiempo había salido de mi vida para instalarme en el caos de los celos sin sentido, pero encontraba placer en el dolor, como una masoquista psíquica (si es que eso existe). No quería amor, ahora lo se, quería humillarme, quería sufrir, quería que él se volviera contra mí para alzarme triunfal: señalarlo, gritar que era lo que yo esperaba, marcarlo como a un animal y finalmente someterlo a mi voluntad, dominada por los celos.
Nada salió como yo esperaba.


8 comentarios:

alma dijo...

¡Que cabrona!

Es brutal, Seve.
M-e e-n-c-a-n-t-a.

_Y como no quiero volver a fumar, me voy a mudar a la calle de la Piruleta, a ver si alguna vez coincido con Johan Cruyff, que vive cerca, en la plaza del chupa chups :P_

Besos, Seve, muchos, todos.

Xibeliuss dijo...

¡jajajaja! ¡Pues claro que existen las (y los) masoquistas psiquicos! Jo, así los hay.
Y lo malo no es el espejo: es peor mirar hacia adentro y no reconocerte.
Muy bueno y muy real.
Un abrazo

SubHatun dijo...

Si es que casí todos somos, o hemos sido, o en algún momento nos regodeamos en sentimientos negativos, muchas veces inventados, a los que alimentamos, y mimamos, hasta que se convierten en un monstruo ingobernable de celos, fustración y afrentas imaginarias que nos hacen sufrir a nosotros y a todos los demas.... aysss el Homo Sapiens que poco de lo segundo

Jose Lorente dijo...

Lo mejor de estos accesos de dolor autoinfringido es que suelen acabar en polvos memorables cuando el vilipendiado (uso el masculino genérico) vuelve de tomarse la cerveza.

A veces vale la pena regocijarse momentáneamente en el infortunio sólo por eso.

En el pasado he tenido que tomar muchas cervezas de esas. Has diseccionado perfectamente la psique de este tipo de personas. Espero que no seas tú una de ellas, pero si lo eres, ya sabes: a disfrutarlo cuando vuelva.

Un abrazo fuerte.
Me ha gustado mucho la entrada.

severinne dijo...

Alma, a mi me encanta que te guste XD, y ni se te ocurra volver a fumar, para eso mejor, siempre, un chupa chups o una piruleta, jajaja.
Mil besos de caramelo.

Xibeliuss, jajaja, lo que no tenía muy clara era la definición, porque haberlos(las) los hay, seguro. Y qué razón tienes en lo de mirarte y no reconocerte, así es muy fácil no poder reconocer a los demás.
Un abrazo chillao.

Sub, pues si, tienes toda la razón, casi todos de vez en cuando nos revolcamos por el fango de la frustración y las afrentas imaginarias, lo más sencillo es autocompadecerse, aunque sepamos que no es lo mejor.
Besazos.

Jose, jajja, no lo había visto desde ese prisma, pero es verdad que tras una gran pelea casi siempre viene un buen polvo.
Y no, yo no soy de esas porque mi cabeza no lo aguantaría, jeje. De jovencita (más XD) me di cuenta de que los celos eran un cubo lleno que me apresuré a gastar con el primero que llegó, así que desde hace mucho tiempo no uso de eso, jajaja.
Otro abrazo para ti, y gracias a todos por venir.

alma dijo...

Quedó chulo el blog :)

severinne dijo...

;-) Alma, muuuaaaacccc!!! :D

severinne dijo...
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